Por Boris Leonardo Caro, Blog de noticias de Yahoo
Ella le envió solo una foto. Confiaba en esa persona. Pensó que nada podía ocurrirle. Un gesto inocente. Sin consecuencias aparentes. Pero el otro prefirió romper ese pacto no escrito de confianza y difundir la imagen. Ahora miles de personas que ella no conoce pueden contemplarla, invadir con sus miradas la intimidad violada de otra adolescente.
Ella le envió solo una foto. Confiaba en esa persona. Pensó que nada podía ocurrirle. Un gesto inocente. Sin consecuencias aparentes. Pero el otro prefirió romper ese pacto no escrito de confianza y difundir la imagen. Ahora miles de personas que ella no conoce pueden contemplarla, invadir con sus miradas la intimidad violada de otra adolescente.
En octubre de 2012 el suicidio de Amanda Todd conmovió a los
residentes en la Columbia Británica y más allá de las fronteras canadienses. La
joven se quitó la vida luego de una agónica secuencia de episodios de acoso en
la escuela y en las redes sociales. Su único error: haber compartido una foto
semidesnuda con un personaje inescrupuloso. El video de la nueva campaña de la
organización Children of the Street Society contra la explotación sexual
recuerda la despedida de Amanda, vista por más de siete millones de internautas
en Youtube.
Children of the Street Society acaba de realizar la décimo quinta
edición de la semana para detener la explotación sexual de niños y jóvenes en
Columbia Británica. Ese evento aspira a fortalecer la conciencia de las
comunidades en torno a la prevención, la aplicación de la ley y las estrategias
de intervención para enfrentar este problema, cuya proliferación inquieta a la
sociedad canadiense en general.
Aunque la extensión en cifras de este fenómeno social se desconoce por
su naturaleza encubierta, se calcula que entre 100.000 y 300.000 niños y jóvenes
sufren de algún tipo de explotación sexual a lo largo y ancho de Norteamérica.
Children of the Street Society menciona en su sitio web ejemplos como el
comercio sexual en las calles, la pornografía infantil, el abuso por parte de
familias o compañeros, la explotación dentro de pandillas u otros grupos del
crimen organizado, y la que ocurre a través de los teléfonos e Internet.
Según la organización canadiense, ningún medio está exento de este
problema, que se presenta lo mismo en comunidades rurales que en apacibles
vecindarios suburbanos.
En América Latina, donde millones de niños y adolescentes merodean en
las calles en busca de sustento, la explotación sexual infantil golpea a los
menores cada día. Y aunque las fotos de las víctimas recorran los periódicos y
atraviesen los océanos en conmovedoras crónicas o informes de organizaciones
internacionales, el fin de este flagelo no asoma su cabeza en la próxima
esquina.
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