¿Mirar hacia el pasado nos ayuda a ser mejores padres?
Por Clancy Martín (traducido por Jorge Contreras)
Recuerdo la primera vez que uno de mis amigos me dijo que
había sido azotado. Estábamos en el patio de recreo en la escuela elemental de Codo
Park en Calgary, Alberta. Yo estaba horrorizado.
"¿Qué hiciste?", Le pregunté.
"No lloré", dijo él, pero yo pude notar que su memoria
lo traía a punto de llorar.
Si mi madre o mi padre me hubieran azotado, estaba seguro,
que hubiera huido de casa. O quizás algo más radical. Hubiera exigido el
control en mi casa. Hubiera hecho que declaren a mis padres de incompetentes.
Recuerdo perfectamente el sentimiento, no tanto por simpatía con mi amigo, sino
más de profunda indignación moral.
En Suecia, nos leímos en Jared Diamond en “El
mundo hasta el día de ayer”, que mi amigo podría haber presentado
cargos criminales contra sus padres. Esta ley sueca habría sido totalmente
apropiada para mí a la edad de seis años.
Diamond escribe sobre otro grupo con una visión similar de
castigo corporal: "Si uno de los padres golpea a un niño", “el otro padre puede considerar este
hecho como motivo para sentar una demanda de divorcio."
Cuando mi madre se volvió a casar con mi padrastro, ella le
dijo – y a menudo nos recordó lo que ella le dijo: ". Nunca intentes disciplinar
a mis tres hijos", nosotros eramos tres, además de siete de sus hijos. Mi
padrastro acostumbraba darles azotes. Peor aún, el golpeaba a sus hijos, mis
hermanastros y hermanastras, algunos de los cuales se convirtieron en adolescentes
violentos y adultos profundamente problemáticos. Pero mis dos hermanos y yo
nunca fuimos tocados. Mi padrastro sólo me gritó una vez en mi vida, cuando mi
madre estaba en el hospital y yo estaba monopolizando el teléfono, hablando con
mi novia. Tampoco mi padre me levantó la voz a mí (aunque sólo nos veíamos dos veces al año).
Incluso mi madre nunca me gritó. Y extrañamente, nunca tuvimos mal
comportamiento - al menos, no hasta que nos mudamos de casa, en que mi hermano
y yo nos las arregláramos para conseguir algo más que un poco de problemas.
En “la República “y en “Las Leyes”, Platón establece las directrices para
la correcta educación de los niños. Se preocupa por su bienestar, aún antes de
nacer, recomienda que las mujeres
embarazadas hagan caminatas frecuentes – considerado hoy en día un consejo
estándar de obstetras y ginecólogos para madres sanas - y una vez que nacen los
niños deben ser transportados/cargados hasta la edad de tres años. También
deberían, según el aconseja, ser instruidos con historias divertidas y no exponerlos
a historias de terror que los tornen asustadizos. Tampoco se debe controlar su
comportamiento a través del miedo. (Platón sostenía que todas las personas
buenas deben criadas libres y sin miedo a la muerte.) Los niños deben ser
criadas con jugos y no deben ser sancionados severamente. "La indebida represión
salvaje en los niños los induce a
la servidumbre y los pone en conflicto con el mundo", escribe en las Leyes
7, 792 - un pasaje que, naturalmente, me recuerda a mis hermanastros. También recomienda
que los niños deben participar en juegos que reproduzcan los tipos de
actividades que puedan practicar en el futuro. En general, los niños aprenderán
y mostrarán capacidad e inclinación por lo aprendido. En “La República”, Platón
también recomienda que, en una “sociedad ideal”, los niños deberán ser atendidos
en conjunto, porque dos padres solos no están a la altura de las demandas de
esta tarea. (Él también piensa que las relaciones sexuales deberían ser un asunto
de interés colectivo, pero esta idea, aunque fascinante no es nuestro tema en
este artículo.)
Pues resulta que, de las recetas de Platón para la crianza
de los niños no se aproximan a las más detalladas, formales, y probablemente
menos prácticas formas de educación practicadas por muchas sociedades cazadoras
– recolectoras ni por otras pequeñas sociedades agrícolas de hoy en día.
Tengo tres hijas. Por regla general no escribo a cerca
de ellos porque, como escritor estoy
comprometido con la idea de que la franqueza pública sobre nuestras vidas
personales, en términos generales, es un bien moral (y un secreto, moralmente
peligroso), algunas cosas deben ser sagradas . Pero “El mundo hasta ayer” me
ha hecho pensar cómo mis hijas han sido criadas por mí y por sus madres.
En 1994, cuando mi hija mayor nació, "Ferber-isando"
(en honor al Dr. Richard Ferber, un pediatra especializado en trastornos del
sueño del niño) era todo lo moderno. La idea era que los niños muy pequeños,
los bebés recién nacidos, debían aprender a dormir en sus propias camas: que ellos lloraban unas
cuantas noches, pero que la según la teoría, luego se acostumbraban y dormían. Aprendí
de Diamond que esta práctica fue muy
común en Alemania durante muchos años:
Las palabras mágicas para padres alemanes
fueron que los niños deben adquirir
Selbstständigkeit (que significa "autosuficiencia") y
Ordnungsliebe (literalmente, "amor al orden",
incluyendo el auto-control y el cumplimiento de los deseos de los
demás)
lo más rápidamente posible .
Los Padres alemanes consideran a los niños estadounidenses
echados a perder, porque los padres estadounidenses
prestan inmediata atención al llanto de un niño.
Mi esposa y lo intentamos una vez. Recuerdo una noche. Ella me pidió que salga de casa. Yo no podía aceptar los gritos. Cuando
regresé, una hora más tarde, nuestra hija dormía en la cama junto a ella, su
boca infantil todavía se mantenía unida al pecho de su madre. Ella
"co-dormía" con nosotros - a pesar de la fuerte desaprobación moral de
muchos de nuestros amigos, durante años , quienes pensaban que con los mimos estábamos
mal acostumbrándolos e interfiriendo con su independencia.
Cuando nació mi siguiente hija , la Ferberización todavía
estaba en efecto, y mi segunda esposa, también pensó que lo correcto sería que nuestro
nuevo bebé aprenda a ser independiente, que aprenda a llorar hasta quedarse
dormida. Sin embargo, luego cambió
de idea y decidió que a nuestras dos hijas (una segunda que rápidamente siguió
a la primera) se les permitiera dormir en la cama con nosotros durante todo el
tiempo que quisieran.
Mis tres hijas son lo que Diamond llamaría niñas EXTRAÑAS:
hijas de un occidental, educado, industrial, rico, y de una sociedad democrática.
Según Diamond, está es la forma en que todos los niños son criados:
Seguimos el modelo del
conejo - antílope:
En el que la madre u
otra persona de vez en cuando
levanta y sostiene al
bebé con el fin de alimentar o jugar con él,
que no llevamos al niño
cargado constantemente,
el niño pasa la mayor
parte del tiempo durante el día
en una cuna o un corral
de juego, y en la noche el bebé
duerme por sí solo,
por lo general en un
cuarto separado de los padres.
Ha! Eso desearíamos. Durante los dos primeros años de la
vida de mis hijas, fue una pregunta al aire si ellas debían caminar o no. De
hecho, la mayor nunca gateó porque ella desarrolló la más eficiente práctica de
sentarse y gritar o llorar hasta que era recogida y llevada a cualquier lugar
al que quería ir. Mis dos hijas menores, ahora a las edades de seis y ocho,
exigen regularmente ser transportados
cuando están cansadas de caminar. Un amigo mío, un artista del tatuaje, a
menudo tiene a sus chicas con él en su estudio todo el día, rodeado por los
instrumentos de su oficio - precisamente ese tipo de "herramientas
peligrosas" que Diamond dice a las que están expuestos sólo los niños de las sociedades
cazadoras-recolectoras.
El mismo problema se extiende a las generalizaciones que Diamond hace acerca de cómo padres
occidentales disciplinan y educan a sus hijos. Él ha hecho un trabajo
fascinante al estudiar cómo las sociedades de “cazadores-recolectores” crían a
sus hijos, pero no parece que haya pasado tiempo suficiente observando cómo los
contemporáneos occidentales realmente criamos a nuestros hijos. Es
probablemente cierto que la mayoría de nosotros deseamos que nuestros hijos
pasen horas "jugando con sus casi reales juguetes de plástico comprados en
la tienda", pero el hecho es que no lo hacen. Una ves desenvueltos sus
regalos de Navidad, en una hora tienen más diversión saltando en burbujas de plástico que volando los helicópteros
a control remoto de $ 50 dólares.
Lo que estoy diciendo es que la diferencia entre "sus
hijos y de nuestros hijos", es mucho más pequeña que lo que sostiene
Diamond, y de lo que nos gustaría pretender que fuera.
Aún violentos correctores como mi padrastro - la excepción, el
no la regla, en nuestra sociedad - se encuentran entre los
cazadores-recolectores: Diamond nos cuenta la aterradora historia de una madre
que golpea a su hijo hasta que, aún insatisfecha por las lágrimas del niño, le
frota la cara con las ortigas.
Yo veo una diferencia fundamental entre la forma de
paternidad de los padres en el Oeste y de los padres en las sociedades que
Diamond describe: Nosotros padres raros de niños raros nos preocupamos más
acerca de si estamos o no criando bien a nuestros hijos. Mentimos acerca de la
forma en somos o no padres, somos hipócritas y juzgamos a otros padres por no
hacer lo que nosotros tampoco hacemos (o por hacer lo que nosotros mismos
también hacemos). Gastamos millones de dólares en libros, juguetes, manuales,
tutores y videos para nuestro propio entretenimiento y educación y la de
nuestros hijos, y aún así nos sentimos asustados acerca de si estamos o no haciendo
lo correcto. Primero decimos que "helicópteros" son necesarios en el aterrador
mundo contemporáneo , luego asentimos que esto es moralmente censurable, Luego
dejamos hacer la crianza de nuestros hijos, para que sea de la nueva manera, y
luego decimos que somos unos vagos
irresponsables. Nosotros hacemos de padres con "amor y lógica", tal
como se prescribe en los últimos libros
mejor vendidos.
Diamond dice: "Vale la pena considerar seriamente las
lecciones de todos estos experimentos de crianza de niños que se ha prolongado
por tan largo tiempo. Yo creo que nosotros no tenemos que considerarlas, la
mayoría de nosotros ya estamos practicándolas. Desde el momento en que son
recién nacidos, los niños son bastante claros acerca de sus necesidades, acerca
de lo que les sirve a su florecimiento y a lo que interfiere con él - y la
mayoría de nosotros, ya sea que lo admitamos o no, seguimos su programa con la
suficiente rapidez, así sucedió cuando mis dos esposas y yo dimos cara a la
popular convicción moral del método Ferber que explicaba como todos los buenos
padres enseñan a sus bebés a dormir solos.
Usted los nuevos padres: sus instintos de crianza de los
hijos son el producto de cientos de miles de años de programación evolutiva.
Una forma que podrías estropear si
comienzas a preocuparte demasiado por ella.
Comentario
Cualesquiera sea la forma en la que los padres deseen criar a sus
hijos, ellos desde recién nacidos serán lo suficientemente claros acerca de sus
necesidades a la que los padres tendrán que acceder de una manera u otra. La preocupación en la infancia y
adolescencia sin embargo es otra cosa pues la preocupación de los padres marcará
sus caracteres e inclinaciones.
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