Tomado de Educapeques
Prevención de adicciones en la adolescencia
La adolescencia, tal y como hemos expuesto en artículos anteriores, es una etapa crítica y crucial en la vida de las personas. La vida del / la adolescente está impregnada de cambios a todos los niveles, y de grandes necesidades sociales que en gran medida condicionarán su integración en sociedad y su actitud ante la vida.
La identidad del / la adolescente se encuentra seriamente influenciada por las opiniones de los demás y las relaciones con ellos.
En esta etapa, existe una enorme necesidad de formar parte del grupo de iguales, un enorme miedo al rechazo y un gran deseo de aceptación.
Todas estas necesidades repercuten en su autoconcepto convirtiéndoles en personas vulnerables a novedades sociales (modas, consumo, ocio, etc.); algunas de las cuales pueden ser seriamente perjudiciales para éstos.
Una de las más peligrosas, es el inicio al consumo de determinadas sustancias adictivas, por ejemplo, el tabaco. La necesidad que el/ la adolescente siente de formar parte del grupo de iguales le lleva a adoptar determinados roles que en la mayoría de las ocasiones son asumidos por él/ella, con la intención de ser aceptado entre sus amig@s.
Así, si dentro del grupo, el hábito de fumar se está dando, lo más probable es que él/ella también lo adquiera para no quedar excluido y conseguir la valoración y aceptación de los demás. Lo mismo sucederá con el consumo de bebidas alcohólicas; el/la adolescente consumirá más o menos, en función de lo asimilado que en su grupo esté dicho hábito.
En este sentido, se debe tener mucho cuidado, ya que el inicio al consumo de ciertas sustancias adictivas de uso legal, puede desembocar en el inicio en otras, igualmente perjudiciales, pero de adquisición y repercusión mucho más peligrosa para su vida.
La adolescencia es una etapa en la que los conflictos con las personas adultas están a la orden del día; el deseo de independencia familiar, lleva al adolescente en innumerables ocasiones a enfrentarse con éstas, surgiendo en la mayoría de los casos problemas mayores, de aquellos que habían desencadenado el conflicto en cuestión. Uno de los más lamentables es el deterioro de la comunicación.
Durante este periodo, la comunicación se convierte en un elemento clave a la hora de entender al/la adolescente. Si en esta fase, se consigue establecer una adecuada comunicación tanto verbal como no verbal, ésta se convertirá en un factor preventivo de gran valor, especialmente ante conductas de riesgo, como pueden ser las anteriormente mencionadas (el inicio al consumo de determinadas sustancias).
El hecho de que en el hogar se de una adecuada comunicación, permitirá al adolescente expresarse con libertad y franqueza; sentirse querido y valorado en casa y en consecuencia manifestar sus inquietudes, dudas y otros intereses y temores.
Por esta razón y debido a lo necesaria que es la comunicación en esta fase; los padres deben intentar actuar con calma ante las situaciones conflictivas que puedan darse.
En ocasiones, mantener la calma se convierte en una ardua tarea, pero en todo momento se debe tener presente lo delicado y decisivo que es este periodo de la vida de sus hijos.
A lo largo del tiempo se han establecido determinados estilos de comunicación, concretamente, se pueden identificar 3 etapas:
- Estilo pasivo: caracterizado por una carencia expresiva de pensamientos y opiniones; es un estilo en el que podríamos decir que prevalece la “indiferencia comunicativa”.
- Estilo agresivo: caracterizado por la expresión de pensamientos e ideas de una manera ofensiva y dañina (empleo de insultos, desprecios, etc).
- Estilo asertivo: caracterizado por la expresión de opiniones, pensamientos, ideas… de manera respetuosa y abierta, teniendo en cuenta no sólo las ideas, pensamientos y sentimientos propios sino también los de l@s demás.
De los anteriores estilos expuestos, el más eficaz, es por supuesto, el estilo asertivo. Ya que en éste prevalecerá la escucha activa, la empatía, la comprensión… Todo lo que derivará, a la hora de resolver un conflicto, en la creación de un ambiente familiar de confianza, donde prevalezca la negociación, la propuesta de alternativas y en definitiva, la consecución de soluciones productivas y beneficiosas para todos los miembros de la familia.
A la hora de resolver un conflicto, es fundamental escuchar sin juzgar ni interrumpir al / a la adolescente. Además, tampoco es aconsejable restar importancia a sus preocupaciones ni problemas y por supuesto, es primordial elegir el momento apropiado para resolver cualquier situación problemática. Pues a veces ésta es tan estresante, que requiere dejar tiempo para poder tomar decisiones apropiadas y conseguir soluciones productivas.
Para evitar el surgimiento de situaciones conflictivas puede sernos de gran utilidad, implantar normas y límites claros, ya que el establecimiento de normas y límites, resulta primordial para que el / la adolescente identifique qué conductas se esperan de él y cuáles no.
A la hora de elaborar las normas y los límites del hogar, como ya hemos indicado en otras ocasiones, ambos progenitores deben “trabajar en equipo” y consensuarlas firmemente para evitar contradicciones y desacuerdos delante del hij@.
Asimismo, se deberán explicar previamente, procurando que el/la adolescente las comprenda y sobre todo es importante estar abierto a la negociación.
En este sentido, siempre y cuando las normas y límites se respeten, se deberá reforzar al / a la adolescente, reconociendo lo que ha hecho bien, pues de esta manera reforzaremos su motivación y autoestima y aumentarán las posibilidades de repetición de las conductas deseadas. Igualmente, en el caso de tener lugar una conducta indeseada, se le deberá aplicar la consecuencia de inmediato, pero siempre dejándole claro que el problema es la conducta en sí, no su propia persona, pues corremos el riesgo de perjudicar seriamente su autoestima y limitar la corrección de la conducta que en ese momento ha manifestado.
Se debe tener siempre en cuenta, que cualquier crítica que decidamos emitir, repercutirá en el / la adolescente en cuestión de mejor o peor manera, dependiendo de cómo la expresemos.
Por eso, es fundamental, a la hora de emitir una crítica, que ésta se encuentre precedida de un comentario positivo, o del recordatorio de alguna acción o actitud que fue adecuada en un momento determinado. Así, evitaremos convertir conductas inadecuadas puntuales, en ofensas o atributos personales.
“La adolescencia, es esa etapa en la que hay que prevenir y cuidar con más dedicación que nunca”.
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