Por Eduardo J. Carletti
Los chicos no leen menos, sino de otra manera. Dos encuestas internacionales coinciden en
marcar las estrategias novedosas con las que chicos y adolescentes se acercan a
la lectura y escritura.
¿Qué sucede en México?
- Los resultados de una encuesta mexicana sobre los índices de lectura entre los jóvenes dieron origen a nuevas preguntas. ¿Realmente los jóvenes leen menos o están leyendo en otros lugares, de otra manera y con fines distintos? ¿Qué valdría la pena que leyeran?, interrogó a propósito de este estudio el investigador Néstor García Canclini.
- Efectivamente, tal como sostiene Canclini, no existe hoy un solo modo de leer entre los jóvenes. Es imposible analizar la lectura —dice— sin explorar cómo conviven la cultura letrada, la oral y la audiovisual.
- La convergencia digital ha instaurado una integración multimedia. Y los hábitos actuales de los lectores-espectadores-internautas no permiten concebir como islas separadas los textos, las imágenes y su digitalización.
- Por eso —concluye— se usa la capacidad de leer no sólo en los libros, sino en revistas y pantallas, para elegir espectáculos, formarse como deportista o como mujer, saber qué música se escucha, qué hay en la televisión, o para escribir correos electrónicos y chatear.
¿Qué sucede en Argentina?
Según el Ministerio
de Educación de la Nación, los jóvenes usan la computadora para chatear, hacer
la tarea, visitar sitios web, buscar información y estudiar. Todos estos usos
requieren de la lectura y la escritura.
- Las encuestas revelan que los chicos suelen buscar los libros que han visto previamente en la televisión (por ejemplo Harry Potter y Narnia) y demostró la coincidencia entre el tipo de cine y el tipo de libros preferidos por los jóvenes: el terror y la ciencia ficción. La convergencia no es sólo digital, sino también mediática.
- Miles de espectadores de cine podrán ver —antes del nuevo filme del agente 007— tres cortometrajes cuyas historias escribieron adolescentes de escuelas públicas. Para narrar sus cuentos leyeron novelas y cuentos, descubrieron autores y géneros y vieron cortometrajes en televisión, que sirvieron de base a su propia narración.
- Millones de lectores de diarios en todo el país leyeron notas y artículos escritos por estudiantes secundarios. Para escribir sus textos leyeron diarios (papel y pantallas digitales), relevaron sitios web y miraron noticieros televisivos.
- El cine, Internet, la televisión y los diarios fueron insumos y materiales de lectura y escritura para los jóvenes. Durante décadas, los medios de comunicación fueron considerados influencias negativas y amenazas a la cultura letrada. Para muchos, el lenguaje de la imagen coincidió con una degradación cultural.
- El libro sigue siendo clave pues nos abre a la primera alfabetización, la que posibilita el acceso a la cultura escrita y a las múltiples escrituras que hoy conforman el mundo de la informática y lo audiovisual. Pero el joven de hoy está en contacto también con otras lecturas, escrituras y discursos, en los que se producen las decisiones que nos afectan.
- Vivir en una sociedad multicultural no alude sólo a la convivencia de diferentes etnias y tradiciones, sino a la coexistencia de diferentes lenguajes: los de la cultura oral, la escrita, la audiovisual y la hipertextual.
- Los medios no se desplazan entre sí, se complementan. No hay antinomias entre medios porque la utilización de un medio no excluye la utilización de otro. Lejos de oponer la lectura a los medios de comunicación, parece más interesante plantearse qué y cómo leen los jóvenes hoy. O de qué modo inciden la fragmentación televisiva y la instantaneidad del chateo en las lecturas juveniles. O cómo utilizar la cultura popular para promover la lectura y la escritura.
- Los chicos de hoy no son como los de antes. Sus formas de leer, tampoco.
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